En Mundukide venimos diseñando y desarrollando estrategias para eliminar las diferencias estructurales de género a través de políticas de igualdad.
Nos centramos en las desigualdades locales creadas por el sistema de género y desarrollamos estrategias locales en todo el mundo para revertirlas. No entendemos los valores cooperativos si no incluyen indirectamente los valores de género y feminismo, y tenemos el principal reto del ejercicio consciente de plasmar estos valores de Mundukids en nuestro amplio quehacer diario.
Hemos mirado tanto hacia dentro como hacia fuera en los últimos años, porque es imposible entender la influencia exterior sin mirar las entrañas del mismo Mundukide. Estamos analizando el impacto de nuestras actividades en diferentes países y también dando pasos para incorporar estas políticas de igualdad en la organización y gestión de la propia fundación.
Ejemplo de ello es el desarrollo de tres objetivos estratégicos en los que Mundukide está inmerso en estos momentos:

Estamos comprometidas en el desarrollo de tres estrategias que son indispensables. Nuestro objetivo es crear experiencias transformadoras e innovadoras y lo hacemos midiendo el impacto de nuestros proyectos para eliminar las desigualdades entre mujeres y hombres en varios países
JULY URTINA
Trabajadora de la asociación de Mujeres Recicladoras AMURE en Cali, Colombia

VERÓNICA MIUDUMBE
Productora de soja de Majún (provincia de Niassa)
“Hace unos años que me incorporé al programa de Mundukide en Majún. Antes producía tabaco, pero solo fue rentable unos años. Ahora cada año hago más soja y este año he vendido la cosecha a muy buen precio. Por lo tanto, todos mis hijos podrán seguir en la escuela y pagaré a alguien para que me ayude en el campo. Trabajar con Mundukide me da fuerza y apoyo como mujer”
DESARROLLO PROFESIONAL DE LAS MUJERES
Sin embargo, tenemos claro que además de analizar el impacto externo de Mundukids, es fundamental tomar medidas conscientes y planificadas para promover y mantener el talento de las mujeres cooperantes para poder revertir realmente la desigualdad de género. Identificamos hace mucho tiempo los efectos de la opresión estructural en el desarrollo profesional de las mujeres cooperantes, ya sea la falta de rendición de cuentas en la necesidad de reconciliación, ya sea la falta de reconocimiento del liderazgo de las mujeres en diferentes contextos sociopolíticos o la necesidad de alianzas y espacios de empoderamiento entre mujeres profesionales, entre otros. De esta forma, Mundukide tiene planificada una estrategia para incrementar la presencia de mujeres dentro de la organización y mantenerlas en el tiempo.
De esta manera, el compromiso a nivel organizacional para superar las desigualdades llega a cada individuo que integra Mundukide. Sabemos que las organizaciones están formadas por personas y que si queremos seguir transformando la cultura y organización de Mundukide, nosotros/as como personas también debemos seguir revisando nuestras formas de hacer las cosas y nuestra visión del mundo. Para ello estamos prestando especial atención a los estilos de formación y comunicación. Ya hemos iniciado el camino para superar las relaciones de poder que se dan analizando la influencia de los roles y estereotipos de género en nuestro trabajo, a la hora de gestionar equipos o en el momento del contacto. La nuestra es una organización donde, partiendo del individuo, saltando a las relaciones interpersonales, vamos dando pasos hacia una estrategia igualitaria de la organización, y el compromiso de seguir haciéndolo es claro en Mundukide.


MARIA OLIVERA MARTÍN
COOPERANTE EN CABO-DELGADO
«Por mi parte, creo que seamos hombre o mujer, cuando somos cooperantes en Mozambique tenemos que ser conscientes del lugar de privilegio que ocupamos en las pirámides de poder por tener la raza que tenemos, que en nuestro caso suele ser la caucásica. Ser hombre blanco te posiciona automáticamente en la cúspide de la pirámide de poder, y se nota a la hora en la que se dirigen a los hombres blancos en cualquier reunión de varias personas, la opinión del hombre blanco siempre se toma más en serio y se escucha más, y tienden a ocupar más espacios en todos los ámbitos. Ser mujer blanca nos posiciona en el siguiente escalón más abajo en la escala de poder, y simplemente por ser caucásicas, nuestra opinión se escucha más que la de un hombre racializado, que estaría en el siguiente escalón de la jerarquía de poder, ocupando la mujer racializada el último escalón de la jerarquía.
Ser mujer caucásica cooperante en Mozambique implica que seamos conscientes de esta desigualdad, y hagamos todo lo posible por rebajarnos los niveles necesarios para que las personas racializadas sean escuchadas y puedan expresar sus ideas en una situación más equitativa.
Como en nuestra sociedad de origen siendo mujeres ya sufrimos la discriminación por parte de los hombres en esta jerarquía de poder de forma sistemática y estructural, eso nos debería posicionar en una situación más empática para trabajar con personas racializadas que un hombre blanco que ocupa la posición más alta en la pirámide de los privilegios.
Para las nuevas mujeres cooperantes les recomendaría que siempre apuesten por la formación y contrato de mujeres racializadas, y que las prioricen a la hora de ser población beneficiaria de nuestros servicios, porque apostar por el desarrollo de las mujeres en el continente africano reduce muchas desigualdades a la vez, la económica, la social y la educativa, y porque verdaderamente son el futuro del continente.»