“Del poder de una caja de bacalao y de la cooperación»
26 febrero 2021
Según el efecto mariposa, dadas unas circunstancias peculiares del tiempo y condiciones iniciales de un determinado sistema dinámico caótico cualquier pequeña perturbación entre dos situaciones, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a medio plazo.
Es difícil explicar como a veces, situaciones tan extraordinariamente inconexas tanto en el tiempo como en el espacio, se alinean para hacernos recordar que, si algo somos, es precisamente cooperación, y que, por otra parte, el resultado de esta cooperación raras veces muestra toda su potencialidad en el corto plazo.
Corría el año 1988, y el aita de Pedro, lo único que pensó, era como podía ayudar a su hijo a cumplir sus sueños, aquel que había salido de su pueblo natal para ir a la gran ciudad, a Porto Alegre, porque quería ser trovador y le regaló una guitarra de madera hecha con las cajas de madera de bacalao que venían de Europa. Pedro compone todas sus canciones en esa guitarra desde entonces, y consiguió ser lo que soñó, un trovador que cuenta historias, que narra poemas y que se dedica a hacer feliz a la gente con su música, su sensibilidad y su voz desgarrada. Porque a Pedro siempre le gusto oír historias para luego poder musicarlas, siempre se indignó por las injusticias y las cantó, y siempre se emocionó de la emoción contenida de los Sem Terra, y de cómo a través de sus místicas, trasmiten los logros de sus luchas, la firmeza de sus valores y se aseguran de que nunca nada ni nadie será olvidado.
Pedro nunca se imaginaria que una de esas canciones, precisamente esa, Canção da terra, seria interpretada por una orquestra al otro lado del océano, precisamente de dónde venían las cajas de bacalao, precisamente por Fernando Velázquez, pero la música es eso, es esa fuerza que cohesiona a través de los sentidos todas las sensibilidades. y eso lo sabe muy bien Fernando.
Y aunque Pedro nunca lo imaginó, estoy seguro de que su padre siempre lo supo. Cuando allá por 1988, le regaló esa guitarra hecha de las cajas de bacalao que venían de Europa, y soñó que algún día las canciones creadas por su hijo serían interpretadas por una orquesta y se escucharían allende los mares, y que incluso que alguna vez, alguna canción de su hijo tendría una versión en un idioma como el euskera.
El MST lleva 40 años cantando, y lo hace cada vez canta más fuerte, más alto y más claro. Siempre han hecho lo mismo, cantar injusticias y cada vez su lucha se hace más evidente. Tiene razón João Pedro STEDILE, cuando dice que mientras unos miden su tamaño por el número de hectáreas que poseen (El 70% de las tierras de los latifundios de Brasil se utiliza para fabricar abono para la ganadería), el MST miden su fuerza por la cantidad de alimentos saludables que son capaces de plantar en ellas, y por el número de familias que pueden alimentar, y en ese indicador siempre van a salir ganando.
Porque el MST es puro sueño y mientras sigan soñando y haciendo místicas y cantando, y musicando versos, y bailando, siempre serán cada vez más y cada vez más uno, y siempre habrá más y más Fernandos y Pedros que tirarán de ese hilo invisible que es la música que es capaz de unir de manera tan aparentemente caótica una caja de bacalao en los puertos de Porto Alegre, con una recital en Candiota (Brasil) con un cooperante de Kontrasta, con el coro GOIKOBALU cantando TERRA, con músicos de toda Euskadi , con una enfermera de Onati preparando la versión en euskera para que algún trovador en algún lugar del mundo puede contar siempre la grandeza de una gente que solo quiere un pedazo de tierra y un mundo mejor.
El Movimiento de los SEM TERRA, MST es el mayor Movimiento Social de América compuesto por más de 500.000 familias, casi dos millones de personas que luchan por la conquista de la tierra, de la agroecología y por el sueño de un mundo mejor.
Natxo de Vicente, cooperante en Brasil