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Entrevista a Josu Urrutia Beristain, exdirector de Mundukide

24 noviembre 2025

Durante los últimos dieciséis años los caminos de la Fundación Mundukide y Josu Urrutia (Bilbao, 1974) han estado estrechamente entrelazados. en 2009 estuvo de voluntario en el programa de Brasil y desde 2012 hasta que dejó el cargo este verano ha sido director de Mundukide.

 

La familia de Mundukide quiere expresar su más sincero agradecimiento y desearle un buen futuro personal como profesional.

Trece años dan para mucho y ese ha sido el tiempo de Josu Urrutia como director de Mundukide Fundazioa. En la siguiente entrevista, ha reflexionado sobre el trabajo realizado, la situación de la Fundación y la solidaridad.

¿Con qué sentimientos has dejado Mundukide?

Con pena, porque acaba una etapa muy bonita. Mi decisión ha sido la de dejar el cargo, porque me parecía que era el momento adecuado tanto para mí como para la organización. Yo he desarrollado y trabajado con tres planes estratégicos, y viendo que ahora es el momento de hacer un nuevo plan, pensé que era un buen momento para que viniera una nueva persona que le diera un nuevo aire, por así decirlo. Asimismo, en las cooperativas los mandatos de doce años son los más habituales.

A nivel personal, ¿qué trece años han sido?

Muy enriquecedores desde muchos puntos de vista. Por un lado, porque he conocido las cooperativas desde dentro. En su momento trabajé en Laboral Kutxa, pero durante poco tiempo; mi padre fue cooperativista y mi hermano también es cooperativista. Pero estos años me han servido para conocer mejor el cooperativismo y Mondragon. Por otro lado, han sido muy enriquecedores también porque me han dado la oportunidad de conocer mundo. Muchas veces pensamos que el mundo se limita a Euskal Herria o a Europa, pero no es así y he podido constatar que nosotros/as somos una excepción; la nuestra es una realidad muy cómoda. Hay 6.000 millones de personas en el mundo que viven de otra manera y yo creo que tenemos una responsabilidad para con ellas, la mayoría vive peor que nosotros/as y no podemos vivir como si no pasara nada. Por último, también he encontrado a muchas personas que están reduciendo estas diferencias y trabajando por quienes lo necesitan.

¿Antes de ser director de Mundukide, también fuiste voluntario?

Yo empecé a trabajar en el mundo de la banca, pero no era lo mío y decidí hacer un voluntariado con Mundukide a Brasil. Siempre digo que tuve la crisis de los 40 años a los 35. No encajaba conmigo la filosofía de trabajar para terceros cómplices de un mundo capitalista. Y a través de mi hermano me enteré de que Mundukide estaba buscando un economista para ir a Brasil y colaborar con una cooperativa de crédito. Para mí fue una gran oportunidad: estuve allí seis meses y fue el comienzo de un proceso en el que conocí Mundukide, la cooperación y un país gigante como Brasil, lleno de contrastes.

En estos trece años el mundo ha cambiado mucho y más desde cuándo Mundukide Mundukide empezó a funcionar desde 1999. ¿Hoy en día, es más o menos fácil trabajar en los países en los que trabaja Mundukide?

El mundo ha ido a mejor en general; al menos los datos dicen que hay menos personas que viven en la pobreza. Ahora bien, también hay que decir que los ricos son todavía más ricos.

Desde el punto de vista administrativo, las cosas se han complicado: permisos, visados… En estos 25 años se ha dificultado el acceso. También es más difícil encontrar personas para trabajar de cooperante, los y las jóvenes se animan menos. Para Beñat Arzadun hace 25 años ir de cooperante a Mozambique fue toda una aventura; hoy en día, estudiantes de Mondragon Unibertsitatea nos llaman para decir que se van a Mozambique en bicicleta y pedir consejos. La sensación de aventura que antes te lo permitía el trabajar de cooperante se puede lograr hoy de otra manera.

Por otro lado, existe un mayor rigor por parte de las administraciones a la hora de aprobar o apoyar un proyecto, es más difícil obtener dinero de ellos. Y nuestro trabajo sigue siendo el mismo: ofrecer a las personas recursos para mejorar sus vidas a través del trabajo.

Los sistemas de comunicación, sin embargo, han mejorado. En los comienzos del programa de Mozambique, Mundukide tuvo que idear un sistema de radio para comunicarse con sus trabajadores/as; hoy en día, se puede comunicar por WhatsApp y con cualquier parte del mundo.

Mundukide trabaja en cinco países de dos continentes: Brasil, Ecuador, Colombia, Mozambique y Etiopía. ¿Podrías hacer una fotografía de cada?

En el caso de Etiopía, el Patronato decidió paralizar el proyecto a finales de 2024. Etiopía es un país muy grande que nunca ha sido conquistado y que debe conocerse bien. Antes ofrecía posibilidades de trabajo, pero dos o tres años después de que el nuevo primer ministro, ganador del Premio Nobel, asumiera el poder estaba metido en dos o tres guerras. La actividad se nos complicó mucho, o tal vez no tuvimos suficiente paciencia. En la actualidad, la mayoría de las ONG que trabajan allí dan se dedican a la emergencia humanitaria, lo que restringía nuestro ámbito de trabajo. La sensación que tengo con Mozambique es la de que, en los últimos años, por la deficiente gestión de las autoridades, la situación se ha deteriorado y el país ha retrocedido. En este contexto Mundukide también ha tenido que adaptase. En Mozambique he aprendido lo que es ser realmente pobre. Brasil, para mí, siempre será especial. Es un país con un enorme potencial, pero le cuesta avanzar. Tiene grandes contrastes: mientras algunas personas viven sin luz ni agua, otras van de compras en helicóptero; esto es muy difícil de entenderlo aquí. En el caso de Colombia, destacaría la violencia. Parecía que los acuerdos de paz pondrían fin a la violencia, pero no es así; los habitantes de las zonas rurales lo está pasando francamente mal. Y relaciono Ecuador con los indígenas que, en algunos casos, todavía no han tenido contacto con el mundo moderno. Son personas que viven en la selva, que no saben lo que es Internet o quién es Trump, pero tienen que lidiar con la industria minera. En todos estos países hay organizaciones y personas que se oponen a la realidad capitalista y que quieren convivir con la naturaleza, y en algunos casos incluso son asesinadas por ello.

¿Cómo ha evolucionado la propia Fundación Mundukide durante trece años?

Esto se verá mejor desde fuera que desde dentro. Pero al menos, hemos tratado de ser coherentes con las ideas y principios iniciales. Nos hemos esforzado por mantener el qué y el cómo. Al fin y al cabo, la formación, empoderamiento de las personas y oportunidades de mejorar condiciones de vida a través del trabajo. El reto suele consistir en cómo conseguirlo a través de las personas, la financiación, la gestión… En los tres últimos planes estratégicos los objetivos han sido similares y como siempre hemos trabajado intercooperación con las cooperativas; para las cooperativas Mundukide es un valor sólido. Ese es otro de los retos: que los cooperativistas sientan Mundukide como si fuese suyo.

¿En ocasiones has dicho que por su relación con las cooperativas Mundukide es diferente de otras ONGD?

Si, es uno de los factores que la hacen diferente. Mundukide surgió como proyecto de intercooperación entre cooperativas y ONGDs . Hoy en día Harreman, Anelkar e Hiruatx son miembros del Patronato. Y esta forma de aliarse ha marcado desde el principio el carácter de Mundukide y su capacidad para generar impacto. ¿Para qué se unieron estas ONGDs que ya trabajaban con proyectos propios? Porque sabían que unidos y junto a las cooperativas aumentarían el impacto y conseguirían llegar a más gente.

 Durante los últimos años has sido presidente de la Coordinadora de ONGD de Euskadi. ¿Cómo de solidaria es nuestra sociedad?

Somos una sociedad solidaria y hay que agradecerlo.  Pero no es suficiente. De hecho, el criterio general para destinar el 0,7% del PIB a proyectos solidarios no se cumple en las instituciones públicas. Y las personas, ¿cuánto tiempo o dinero dedicamos a ayudar a los demás? Tenemos que hacer una reflexión general, porque al fin y al cabo el dinero que nos sobra deberíamos de compartirlo con personas que lo necesitan.

 El pasado año se aprobó la Ley Vasca de Cooperación y Solidaridad con un amplio consenso social y político. ¿En qué os a afectado?

No ha tenido impacto en el presupuesto de 2025 de la Comunidad Autónoma Vasca; esperemos que se refleje en el de 2026. La ley establece, por ejemplo, que el 0,7% del presupuesto del Gobierno debe destinarse a la solidaridad. Por otro lado, ahora deben desarrollarse varios puntos o ideas principales de la ley; deben asignarse recursos para ello y también debe establecerse un proceso. Si efectivamente se incrementa el presupuesto, será una oportunidad para Mundukide.

Itxaso Erretolatza ha cogido el testigo de Mundukide. ¿Queda en buenas manos?

Le conocí en la última carrera Mundukide. Pero, si después de trabajar durante tantos años en Edertek ha aceptado ser directora, significa que también apuesta por Mundukide y eso para mí es una muy buena señal. En parte, me recuerda a mi carrera.

Y tú, ¿qué harás en adelante?

He comenzado a trabajar como responsable de finanzas en la Fundación Uribarren Abaroa de Lekeitio. Es una organización sin ánimo de lucro que ofrece una residencia y un centro de día para personas mayores. En este caso también se trata de personas dependientes  y que necesitan de otro tipo de cuidados. Pero sigo siendo socio de Mundukide y también a disposición de la fundación como voluntario.

 

 

 

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