Representantes de la ONG Wiego, con presencia en 52 países del mundo, y uno de los trabajadores de Mundukide en Colombia han estado recientemente en Debagoiena conociendo de cerca la experiencia cooperativa y el propio Mundukide.
En Latinoamérica, el colectivo de Recicladoras de Calle está formado por personas que recogen, clasifican, limpian o transforman la basura y la venden a la industria. Se trata de personas que han vivido en situación de exclusión: personas que han tenido la calle como lugar de residencia o que han huido del conflicto y, en su mayoría, mujeres.
Pero el caso colombiano tiene particularidades. De hecho, como consecuencia de la prohibición de las actividades en los vertederos por parte del gobierno local, las personas dedicadas a ello emprendieron la vía de solicitar la protección de su actividad y, en 2016, a través de un orden dictado por la Corte Constitucional de Colombia, se consiguió su desarrollo y protección como oficio, así como el reconocimiento de la figura de las calles recicladoras.
En Centroamérica no se ha conseguido, siguen trabajando en vertederos en condiciones insostenibles, y el control de varios de ellos está, además, en manos de las mafias.
Mundukide y Wiego
Al inicio del proceso se unió al proyecto Mundukide para apoyar a la Asociación Nacional (ANR) y, sobre todo a la Asociación de Recicladores del Sud Occidente Colombiano- ARSOC- con el objetivo de dar apoyo en la formación, desarrollar mecanismos de autogestión, fortalecer la organización e incorporar cambios culturales que les permitan crecer como personas.
Han pasado seis años desde que Mundukide comenzó su trabajo para impulsar el proyecto, y dieciséis lleva Wiego. La ONG está mirando otros modelos de economía y haciendo un ejercicio para entender por qué la economía social o solidaria sirven de puente para el trabajo no formal a la formal. Otra forma de organizar el trabajo para hacerlo realidad.
Noticia original de Goiena Komunikabideak