MOZAMBIQUE
En Mozambique, como en muchos otros contextos, las mujeres enfrentan múltiples formas de violencia de género debido a factores culturales, económicos, sociales y legales.
Estas violencias suelen estar profundamente enraizadas en las desigualdades de género, la pobreza, los conflictos armados, y las normas tradicionales. A continuación, se describen los principales tipos de violencia que enfrentan las mujeres en Mozambique:
FÍSICA
Muchas mujeres son víctimas de violencia física en sus hogares, cometida por sus parejas o familiares. Las disputas familiares o los problemas económicos agravan la incidencia de esta violencia.
SEXUAL
Conflictos armados: En regiones afectadas por conflictos, como Cabo Delgado, las mujeres enfrentan violaciones sistemáticas por parte de grupos armados.
Matrimonios forzados: Las niñas y mujeres jóvenes son obligadas a casarse y muchas veces enfrentan abusos sexuales en esos matrimonios.
Explotación sexual comercial: Mujeres y niñas son víctimas de trata y prostitución forzada, especialmente en áreas urbanas y turísticas.
PSICOLÓGICA
Las normas patriarcales en Mozambique frecuentemente desvalorizan a las mujeres y perpetúan actitudes de control y dominación masculina.
Las mujeres que buscan divorcio, educación o independencia económica suelen ser objeto de intimidación o rechazo social.
ECONÓMICA
Muchas mujeres no tienen derecho a poseer tierras, a pesar de ser las principales trabajadoras agrícolas. Los maridos o familiares suelen controlar los ingresos generados por las mujeres, dejándolas en situaciones de dependencia total.
CULTURAL Y ESTRUCTURAL
Matrimonios infantiles: Según UNICEF, Mozambique tiene una de las tasas más altas de matrimonios infantiles en el mundo, con casi la mitad de las niñas casándose antes de los 18 años.
Prácticas nocivas: Ritos de iniciación para niñas, que a veces incluyen abusos sexuales o presión para aceptar roles subordinados.
Poligamia: Aunque es legal, puede aumentar la competencia y los conflictos entre esposas, exacerbando situaciones de abuso.
Falta de acceso a la justicia: Las mujeres enfrentan barreras significativas para denunciar violencia, debido a la discriminación en el sistema judicial y la preferencia por resolver disputas en sistemas tradicionales.
DÍGITAL
Muchas mujeres sufren amenazas, acoso y extorsión a través de medios digitales, como redes sociales o mensajes de texto. Aunque el acceso a la tecnología es limitado en muchas áreas rurales, en las zonas urbanas, algunas mujeres enfrentan acoso y abuso en plataformas digitales.
Elena Ramos de la Cruz · Coordinadora Programa Mozambique
«La gran mayoría de la población rural sobrevive casi sin dinero, pero esta situación es aún peor en el caso de las mujeres. No sólo tienen muy poco dinero, sino que tienen menos que los hombres, lo cual las coloca en una situación continua de dependencia económica y subordinación. Esta falta de recursos propios es totalmente crítica, en los casos de relaciones abusivas (violencia, desprecio, etc.), pues la falta de autonomía financiera contribuye fuertemente a que las mujeres no abandonen o se liberen de dichas relaciones tóxicas. En ese sentido, el programa promueve activamente la mejora de la renta de las mujeres y su situación específica en todo el proceso de diseño e implementación.
Por un lado, a la hora de elegir los cultivos/ técnicas a ser fomentadas se toman en consideración las características que puedan condicionar la participación de las mujeres en el fomento como la inversión inicial, que pueda venderse localmente evitando grandes desplazamientos, que tenga una carga de trabajo relativamente pequeña.
Se realiza además un trabajo continuado para promover y aumentar la participación de las mujeres en el programa a través de medidas como: dar prioridad a las mujeres en la selección de instructores/as, marcar objetivos de asistencia de mujeres o hacer paquetes de semillas especialmente económicos para aquellas mujeres con menos dinero.»
COLOMBIA
Las mujeres recicladoras de calle en Colombia enfrentan múltiples formas de violencia de género, agravadas por su condición de vulnerabilidad económica, social y laboral.
Estas violencias están interconectadas con su contexto de trabajo informal y los estigmas asociados a su actividad. A continuación, se describen los principales tipos de violencia que enfrentan.
FÍSICA
Las mujeres recicladoras trabajan en espacios públicos, lo que las expone a agresiones de transeúntes, autoridades locales (policía o seguridad privada) e incluso compañeros de trabajo. En algunos casos, enfrentan violencia en el hogar por parte de sus parejas o familiares, exacerbada por condiciones de estrés y pobreza.
SEXUAL
Al trabajar en las calles, las recicladoras están expuestas a riesgos como acoso sexual por parte de hombres en su entorno laboral o social.
Algunas enfrentan explotación sexual como «condición» para acceder a ciertos materiales reciclables o zonas específicas de trabajo.
La inseguridad nocturna, cuando suelen operar, aumenta su vulnerabilidad a agresiones sexuales.
PSICOLÓGICA
La actividad de reciclaje está socialmente estigmatizada, lo que lleva a que las mujeres sean tratadas con desprecio o insultadas por transeúntes, vecinos y en ocasiones por miembros de su propia familia.
ECONÓMICA Y CULTURAL
Las recicladoras, al estar en la economía informal, a menudo reciben pagos injustos por su trabajo, lo que perpetúa su pobreza.
Muchas veces dependen de intermediarios que controlan los precios del material reciclable, dejándolas en una posición de explotación económica.
En el hogar, es común que enfrenten la apropiación de sus ingresos por parte de sus parejas u otros familiares.
Las recicladoras enfrentan un doble estigma: por su género y por su ocupación, que es considerada «indigna» en algunos sectores de la sociedad.
Las normas tradicionales de género las relegan a roles subordinados, incluso dentro de las cooperativas de reciclaje o sus comunidades.
Dentro de su entorno laboral, pueden ser objeto de control, manipulación o intimidación por parte de compañeros o superiores.
INSTITUCIONAL
Desalojo y criminalización: En algunas ciudades, las recicladoras son hostigadas por las autoridades locales, quienes las desalojan de las zonas donde trabajan o confiscan sus materiales y herramientas.
Falta de reconocimiento laboral: A pesar de la normatividad que reconoce el reciclaje como una actividad esencial en Colombia, las mujeres recicladoras suelen quedar fuera de programas de formalización, lo que las deja sin acceso a beneficios laborales.
Barreras para acceder a servicios públicos: Muchas recicladoras no tienen acceso adecuado a servicios como salud, educación o vivienda digna.
AMBIENTAL Y SANITARIA
Muchas recicladoras manipulan residuos sin la protección adecuada, exponiéndose a enfermedades, heridas y contaminación.
La exposición constante a riesgos laborales sin medidas de seguridad refuerza su vulnerabilidad.
DIGITAL
Aunque menos común, algunas recicladoras pueden enfrentar acoso digital, especialmente si intentan visibilizar sus problemas o denunciar abusos en redes sociales.
PREVENCIÓN Y ORGANIZACIÓN
En el contexto de prevenir la violencia de género contra las mujeres recicladoras, Mundukide desarrolla estrategias y acciones concretas que abordan tanto las raíces estructurales como las manifestaciones cotidianas de la violencia. Estas acciones suelen estar enmarcadas en enfoques de género, justicia social y empoderamiento comunitario.
Mundukide trabaja con asociaciones y cooperativas de recicladores, fomentando la organización colectiva de las mujeres para que puedan tener una voz más fuerte en la toma de decisiones y la defensa de sus derechos..
Impulsamos procesos para garantizar que las mujeres recicladoras tengan acceso a condiciones laborales más dignas y seguras. Trabajamos en la transformación de los roles tradicionales de género en las organizaciones de recicladores, promoviendo el reconocimiento y el respeto hacia las mujeres.
VIOLENTÓMETRO
El Violentómetro en Colombia es una herramienta diseñada para medir y visibilizar los diferentes niveles y tipos de violencia en las relaciones interpersonales, especialmente en contextos de pareja, familiar y laboral. Este instrumento ayuda a identificar conductas que pueden parecer normales o aceptables pero que en realidad constituyen agresión o maltrato. El objetivo del violentómetro es sensibilizar, prevenir y educar a las personas sobre las señales de violencia, promoviendo relaciones más saludables y respetuosas.